Así que turno nocturno…vaya jugada de Anita. Tanto tiempo trabajando de aquí para haya para tener suficiente dinero, para mantenerla y procurar que no faltara nada de lo que necesitara ella, pagar la renta del departamento, los servicios y además… hay pero si con mi Fabiola me bastaba.
Armando manejaba por reforma, un Armando indignado quien canceló sus compromisos en Monterrey al enterarse de la noticia de Ana, volando de inmediato a la ciudad de México. De pronto recordó que en la cajuela estaba guardado un arete que había olvidado la susodicha, lo saco rápidamente lo vio por ultima vez y arrojándolo con fuerza por la ventanilla sintió alivio.
-Hay Ana que gustos los tuyos, ¡mira que engañarme con un nerd, un feo, y los demás lo que fueren también ordinarios, mediocres!
Dio un suspiro intenso se peinó el cabello lacio y se peinó, con ese look juvenil que lo distinguía. Enderezó su cuerpo bien formado que tenía por naturaleza y que conservaba gracias a un régimen alimenticio que respetaba y llevaba a cabo aun con su ajetreado ritmo de vida.
Estacionándose en el mismo cajón de siempre bajo del auto, sintiendo como si 15 días de desvelos hicieran efecto en ese momento, sacó la llave de su apartamento y entró a paso lento, se detuvo unos segundos frente a la puerta recargando la cabeza y escucho una vocecita y volteó contento.
-¡Papi llegaste antes!- Josecita saltando sobre él.
-Hola preciosa, si tenía algo a que regresar, ¿y tu madre? dijo con un bostezo
-En su cuarto, creo que le duele algo, por que ha estado llorando toda la tarde.
Armando se despabiló y preguntó a la niña ¿te ha dicho que le ocurre?
No, mmmm… bueno sí algo que no entendí. Le pregunté si se había lastimado por que de repente se tocaba el pecho y lloraba como si se hubiera golpeado y ella me dijo que le dolía algo en el alma y que lastimarse el alma te quema el pecho y luego…como que sientes que debajo de la piel todo esta vació o ¡algo así!
Armando preocupado solo rogó porque su esposa Fabiola no estuviera enterada de la noticia dada en los diarios que mostraba los nombres de “los esposos de Ana”.
Tratando de tranquilizarse se encontró al fin enfrente de la puerta del dormitorio y tocó suavemente.
-Adelante- dijo tajante la voz ahogada en llanto.
Armando con una mirada entre preocupación y culpabilidad preguntó ¿qué te sucede amor, te sientes mal?
-¡Mal! ¡Sentirse mal es… tener algún malestar físico, inconformidad, enojo, problemas con uno mismo, o lo que sea! sentirse “mal” es pasajero, pero esto no lo es. ¡Lo que me pasa no se cura ni se arregla, por que estoy des-trozada!
-Sentada ahí, en el medio de la cama con sus piernas inmóviles, impotente. Como nunca se había sentido, ni siquiera por su incapacidad física que la tenía en silla de ruedas desde hacía 4 años a raíz de un accidente.
-¿La amas? ¡¿Fuiste tan tonto como para amar a una mujer así?!
-Antes de decir algo, déjame pedirte disculpas de la manera más sincera que existe por que te amo.
-No se engaña por tanto tiempo a quien se ama - interrumpió Fabiola-
-Perdóname se que nunca vas a olvidar lo que te hecho… Pues ¿Amarla? Lo he pensado todo en el camino y se que nunca la ame. Me enamoré, que no es lo mismo que amar y me dejé llevar, le tenia cariño y la deseaba y era tan cómodo verla solo un día y que me atendiera como a un rey. Yo te tengo a ti, o te tenía y te he amado por años y después llegó a nuestra vida Josecita y estar con ustedes es lo mejor que tengo.
-Fabiola río frívolamente ¿Entonces que diablos te hizo actuar tan equívocamente?
-Supongo que no hay excusa que valga; está mi estupidez, mi inmadurez que empeoró a raíz de tu accidente, cuando necesitabas muchísimo apoyo y yo con gusto te atendía y atendía a nuestra Josecita pero con el paso de los meses me sentí solo y acudí a la salida a la que la mayoría de hombres acude...
-Ya no quiero oírte más, he comprendido todo pero no lo apruebo me has arruinado la vida, pero aún tengo a mi hija. Yo me voy Armando. Este es tu departamento tu lo compraste compártelo con quien quieras, yo viviré en la casa que mis padres dejaron en Condesa, por un tiempo y ya veré después.
-¡No, no, no; por favor no termines esto así de golpe!
_Tu lo terminaste. -¡Rocío!- Exclamó Fabiola llamando a la enfermera.
-Que pasa señora –
-Ayúdame a levantarme y necesito tu ayuda para empacar todas mis cosas y las de la niña.
Y así, mientras Armando daba vueltas por las casas percatándose de las consecuencias y previendo una vida sin la mujer que amaba, ella empaca todas las cosas ayudada por la enfermera y Fabiola jugaba con sus muñecos en su cuarto, pensando que toda la familia saldría de viaje.
Pasadas varias horas la enfermera exhausta dijo –Ya está señora he empacado todo lo que me ha dicho.
-Gracias, toma –le dijo dándole 500 pesos mas de su sueldo semanal- llévame afuera por que el taxi espera.
-La acompaño señora, yo voy a seguir siendo su enfermera si usted gusta.
-Claro-sonrió condescendidamente Fabiola.
-¡Yo te llevo Fabiola por dios!-Gritaba histérico Armando
-Adiós Armando -soltando una lágrima y viéndolo a los ojos-. Fue la última frase que le dijo antes de abordar el taxi.
Josecita preguntaba a su padre a donde iba ella con su madre, el le dijo que la vería pronto que fuera tranquila a la casa de sus abuelos y que la quería, pretextando que se quedaba por que tenía que salir de la ciudad en unas horas.
Armando miro su vida marcharse ante sus ojos y supo que lo que había perdido no lo recuperaría jamás, se quedó callado, triste y pensativo un buen rato, hasta que recordó
- ¿Qué día me toca visitar a Ana?
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